No te pedí que fueses la luz oponiendo tu vértice a lo oscuro que late
debajo de nosotros creciendo y escondiéndose
retornando menguante.
No te pedí la voz cuando el silencio extiende
como un mundo su manto
sobre cuerpos insomnes, nuestros, rotos
que se caen despacio mientras fingen que duermen.
No te pedí subir a la más alta torre
traerme el edelweis que nace entre los alpes.
En realidad no quise más que tu risa triste
de antihéroe rondándome
mientras finges quererme y solo quieres
el placer solitario que te procura amarme
y no me importa
que no me traigas rosas ni promesas ni anillos
y tan solo me ofrezcas
compartir tu derrota,
porque tampoco soy esa mujer perfecta
que te miente engañándote.
No bebo de tu boca cuando mi sed es otra
ni prometo ayudarte
cuando somos dos naúfragos
-dos solitarios naúfragos-
aferrados a un tiempo que va a ninguna parte.
Preciosa poesía, ¿es tuya?
Me gustaLe gusta a 1 persona
Me alegra que te guste. Sí, es de mi autoría, al igual que todo lo que publico en el blog. Un saludo!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Impresionante poema. Podría insertarse en un diccionario al lado de la palabra «Amor».
Me gustaLe gusta a 1 persona
Jaja, Gracias, David. Me temo que sería una definición demasiado larga…podría asustar y todo al que se iniciase en ese difícil arte (del amor) 😉 😉
Me gustaMe gusta