Flannery O’Connor(Un hombre bueno es difícil de encontrar)
El gótico sureño, presente en los cuentos de Flannery O’Connor, alcanza su máxima expresión en esta historia en la que ningún personaje es eventual, porque están concebidos para representar un mundo que es, a su vez, el reflejo y el producto de otro completamente opuesto. Un mundo decadente y sin moral frente a otro que trata de emerger. Desde la típica familia católica al bandido sin escrúpulos. El sueño americano convertido en pesadilla. Los principios frente al sensacionalismo y, en el medio de todo, el juicio gratuito del que ya no lo tiene: el loco, el desequilibrado, que desmonta de una asentada el pilar de la falsa fe que trata de reconducirlo al decir: Jesús rompió el equilibrio de todo. Un equilibrio que ya no se puede recomponer, entre otras cosas porque no se puede evaluar al propio causante de la ruptura, ya que no hay forma posible de saber con exactitud lo que hizo:
Ojalá hubiera estado allí —añadió golpeando el suelo con el puño—. No está bien que no estuviera allí, porque d’haber estao allí yo sabría. Escuche, señora —añadió alzando la voz—, d’haber estao allí, yo sabría y no sería como soy ahora.
Llegados a este punto el criminal obtiene, de un solo golpe, la victoria dialéctica y la física, porque en los cuentos de esta autora las dudas se saldan con el silencio que provoca un revólver, para que no haya más respuestas incómodas y el lector se quede con todas las preguntas. Casi casi como sigue sucediendo en nuestros días, aunque no siempre podamos ver las manos que disparan y solo asistamos a los cadáveres que dejan.
Ojalá hubiera estado allí —añadió golpeando el suelo con el puño—. No está bien que no estuviera allí, porque d’haber estao allí yo sabría. Escuche, señora —añadió alzando la voz—, d’haber estao allí, yo sabría y no sería como soy ahora.
Llegados a este punto el criminal obtiene, de un solo golpe, la victoria dialéctica y la física, porque en los cuentos de esta autora las dudas se saldan con el silencio que provoca un revólver, para que no haya más respuestas incómodas y el lector se quede con todas las preguntas. Casi casi como sigue sucediendo en nuestros días, aunque no siempre podamos ver las manos que disparan y solo asistamos a los cadáveres que dejan.
Manuela Vicente Fernández ©
Artículo elaborado para el diario/blog El Humanista
Enlace al cuento Un hombre bueno es difícil de encontrar (por Flannery O’Connor)
interesante
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Gracias 😉
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