A veces una quiere llover y tiene miedo
de que al hacerlo se aneguen los campos,
se pierda el trigo, se malogre el huerto,
se desborden arroyos y caudales.
Una quiere ser nube y volar lejos
donde el viento es suave,
donde el cielo es de junio y se columpian
los niños en los árboles.
Pero eso aquí en el norte rara vez es posible,
la gente planta pinos, corta leña,
cuida de sus castaños,
solo las aves gozan de las ramas
y van de copa en copa, entre los árboles.
Por eso hay tantas nubes en invierno
el sol aún no ha aprendido a columpiarse.


Creo que hay que llorar sin miedo, ser nube y columpiarse aunque haya poco sol. O aprovechar los momentos oportunos. ¡No sé si me explico! Por aquí hay mucho sol y lo mismo lo desperdiciamos porque creemos que hace mucha caló. Bueno, no me enrollo, a lo que iba es a que me encanta este poema.
Besicos muchos.
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Qué poema tan bonito y qué último verso tan impresionante. Enhorabuena, Manoli. Es precioso.
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Gracias, Aurora. Me alegra que te guste. Un abrazo.
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Qué maravilla!
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Muy bello poema. «…el sol aún no ha aprendido a columpiarse». Hallazgo.
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Gracias, Marta! Ha sido algo sencillo que brotó de un estado de ánimo. Me alegro que te haya gustado.
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Gracias, Estella. Un abrazo muy grande.
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Dicen que lo peor es tener miedo, Nani, porque el miedo, cuando se apodera de nosotros, nos bloquea y no nos deja avanzar y puede que la única forma de vencerlo sea estirar más y más las rendijas por las que entra el sol, porque no hay miedo, por grande que sea, que soporte la luz.
En fin, que este poema iba de un momento de lluvia contenida que se vuelve nube de paso en el columpio del verso.
Besos y abrazos
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Dulce melodía d otoño.
Como siempre ¡ Fantástica!
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¡¡¡Muchas gracias, Isa!!! Me alegra que te guste. Un abrazo.
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