Todo

Si pudiese leerte el roce
que deja la luz del sol
en las alas de los pájaros,
Si, al menos, pudiese leerte
el aura del amanecer envolviendo
las copas de los árboles.
Leerte el canto de la hierba
cuando crece,
leerte
cuánto amor cabe en las manos,
cuánto sujetas mi vida,
leerte
cuanto te amamos.
Sé que nos lees sin decirlo
cada hora, en cada instante,
estás leyendo y te lees
en el regazo del agua,
vuelves a ser niño y eres
perfecto en todas tus carnes,
Tus ojos de cielo sienten
la vida que nace y late,
las simas del horizonte
las grietas de las montañas
tú pupila horada la piedra
a través del tiempo y graba
en la retina del tiempo
la unión de nuestras dos almas.
Puedes leer en mis ojos
aunque los tenga cerrados,
en el timbre de mi voz
en el hueco de mis alas,
me ves desnuda, sin velo,
me ves niña, adulta, anciana,
Con tus dedos me dibujas
ondulando
en mis cabellos la escarcha.
Nadie me lee como tú,
ni yo puedo leer a nadie
sin que tu nombre y tu voz
se sumen a la mía y alcancen
el firmamento en su origen,
plenitud de las edades.
Qué te daré que no tenga
y no sea capaz de darte.
Qué vocales bajaré
que puedan alimentarte,
qué consonantes ocultas
desligaré de tu espalda,
Cómo ensamblaré las sílabas tónicas
deslizándolas
como algodones o pétalos
que en tu piel se tornen bálsamo,
que haré con tantos adverbios
para aligerar tu carga,
Dónde guardaré los verbos
que no han sabido callarse.
Folios y folios vacíos
llenos de mañanas blancas.
Todo será nada a un tiempo,
nada será necesario
porque tú me lees sin letras
y te escribo sin palabras.

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