El tiempo es un barco de papel que al resguardarse de la lluvia arrastra hojas sobre su superficie, conchas que un día recalaron en él. Un barco de papel hecho de alambres, ruinas, cáscaras de naranja, desechos de antiguas flores de lis. Me gusta la chapa de tu barco, dice un desconocido sin saber que es una mugre de restos encallados, naufragios de otras vidas, trozos de otras ciudades, destrozos de otros cuerpos, banderas descoloridas, vasos de Ginebra vacíos. Sí, el tiempo es solo un barco de papel donde las palabras se mezclan y los ojos se vuelven ciegos donde la memoria persiste en esconderse detrás de un extraño compost de desvaríos ocultos en mil capas de piel.
De amanecer se me llenan las manos haciendo aguas entre los dedos. Una canción que siempre me acompaña. Una tarde, larga y doliente como el último trino del penúltimo pájaro. El dolor es un sueño que se astilla, ala rota en el cielo zozobrando. De ausencia se me secan las cuencas de los ojos buscando otras miradas. Pero aún tu calor es mi refugio, como del fuego el ascua, aún mantengo en mis manos el instante. Abrázame despacio, dice el día, polvo de mariposa, cuesta abajo. De amanecer se me llenan las plantas del balcón, agrietadas de escarcha. Abrázame despacio, dice el niño, que crece mientras duerme abriendo brazos al devenir del ciclo de estaciones, al leño en la cocina, a los maullidos de los gatos del barrio. De amaneceres se hacen nuestras vidas hasta quedarse en blanco. Abrázame despacio, dice el vientre de la mujer en cinta, atesorando, sus recuerdos de niña en la memoria cada vez más exigua de su madre. Abrázame despacio, dicen todos los heridos amantes, no sea que mi costado cruja, roto, como una cuerda suelta de guitarra.
A veces una vida es la hoja de un árbol. Menos que el haz de luz que se cuela a la tarde por entre las persianas, el eco de ese grito que se prendió en tus manos, como aquel beso dulce una tarde de música que, a poco que te esfuerces, sientes sobre los labios, porque una vida nunca es una sola vida ni una hoja es jamás el conjunto de un árbol ¿Quién no es raíz del suelo que sujeta su cuerpo? ¿Quién se basta en la noche sin alargar la mano? A veces una vida cabe en un solo gesto: un trozo de una nube, un suspiro profundo, un grifo que se cierra, un dolor insondable.
En ocasiones recibo peticiones de amistad
de gente con corbatas de lunares,
gente tan bien vestida y encopetada
que pide a gritos un helado de chocolate
¿Qué comerá esa gente a la hora de la cena?
¿Qué extrañas hamburguesas guardarán en su nevera?
¿Saldrán en pijama de seda a pasear el perro?
¿Serán el perro de alguien?
En ocasiones, cuando pasa de medianoche,
llaman a mi muro seres que sujetan
sus pantalones con tirantes
de estampado de flores,
Llevan credenciales extrañas
y son doctores en la universidad de causas insignes,
algo así como esos príncipes convertidos
en ranas de los cuentos de Andersen
Solo que peor vestidos y con ancas
más largas.
Escribir una vida colorear un papel Inventarse a una misma cegarse para ver mil tropecientos pájaros mientras uno al revés tuerce el vuelo y se posa en tu mano, una vez.
«¿Dices que nada se crea? Alfarero, a tus cacharros, con el barro de la tierra haz una copa para que beba tu hermano»
(Antonio Machado)
Si sabes bordar borda aquello que te guste: borda punto de cruz, punto liso, punto festón… Borda manteles, bolsos, tapices, en la ventana de tu casa, en la sala, en el balcón. Si te gusta bailar baila con ganas: baila zumba, salsa, rock… Baila en la cocina, en el pasillo, en el salón. Si leer te amplía horizontes lee sin límites, lee cuentos, novelas, libros de divulgación… Lee de noche o de día en digital o en papel. Si cocinar te motiva disfruta del arte en cada creación, Crea tartas, pizzas caseras, sopa de migas, roscón… Si pintar te alumbra el alma, pinta paisajes, abstractos, arte rupestre, realismo, conceptual… Pinta con las manos, pinta con brocha y pincel, pinta en lienzos, en murales, pinta sobre la pared. Si te gusta montar puzzles, pieza a pieza, busca un sitio, y encaja, busca, compón: puzles pequeños, medianos, grandes… de cualquier nivel. Si te gusta escribir escribe, versos, prosa, diarios íntimos, artículos de opinión… Escribe sobre pantallas, hojas, servilletas de papel, escribe en paredes blancas, escribe en cuaderno o en Word. Si rezar consuela tu espíritu reza en sánscrito, en latín, en español… Seas de la religión que seas, medita, ora como sabes, pon tu alma en cada oración.
Busca aquello que te llene, que nutra tu hambre real: hoy, ahora, y no permitas que tu esperanza se aleje por estar en un lugar.
las palabras son peces que boquean
peces sin branquias ni pulmones
peces ahogándose en su propia flema.
Cuando el viento flagela impío la espalda
las piernas tiemblan, sin querer se doblan
y es ayer en todas las esquinas
y el hoy clava su espina en el ahora.
Cuando hiere la luz en los latidos
Cuando el beso destila su corola
Cuando todo no es nada y gira el mundo
Cuando el cielo se llena de palomas
Se aprende a caminar sobre la mar
y el viento carga el peso de tu sombra.