Pídeme que escriba

Pídeme que escriba
no me pidas manteles
llenos de platos
plantas que morirán de hastío
fiestas llenas de gente solitaria
acomodos de nidos.
Pídeme que destape
mi frasco de las letras
y las deje caer entre mis dedos
en busca de un destino
que pronto olvidaré.
Pídeme que escriba.
Y yo escribiré sobre los árboles,
los postes, las murallas,
sacaré del armario
mi ruidosa letricia,
inventaré vocablos
desterraré gerundios, participios,
sembraré por el mundo
adverbios, conjunciones
vestiré de diario los pretéritos
regalaré sin miedo infinitivos.
Pídeme que escriba.
Y busca mis palabras por la casa
en servilletas, en papel de horno
en la contraportada de los libros,
sobre el aparador,
sobre las sábanas,
en constante derroche
y desatino,
guarda las que tú quieras para ti
y déjame escribir
libre y fecunda.

mvf©

Na man do vento


Da man do vento
chegan os nomes,
enrédanse
como fío dun tempo
inesquecíbel,
nos cabelos dos días,
vértense
na semente da terra
e agroman
nos xeonllos dos nenos
cantando
en tódolos axóuxeres:

«Eu fun un día
tal como eres
sí, eu, eu,
miña nena
meu neno
pel de sono
pel de vento
eu, eu
non me coñeces
non te coñezo»


Da man baleira
do calendario
fuxe o teu nome
no río do tempo
tropezan as vogais
facendo ruido
de cristais que se rompen.

Aínda non sei ollarte no invisible
non aprendín a ler no esquecemento.

©MVF
#DíaMundialdaPoesía

Traducción:

En la mano del viento

De la mano del viento
llegan los nombres
se enredan
como hilos de un tiempo inolvidable
en el cabello de los días
se vierten
en la semilla de la tierra
y florecen
en las rodillas de los niños
cantando en todos sus juguetes:

«Yo he sido un día
tal como eres,
sí, yo, yo,
mi niña,
mi niño,
piel de sueño,
piel de viento,
yo, yo,
no me conoces
no te conozco»

De la mano vacía
del calendario
huye tu nombre
en el río del tiempo.
Tropiezan las vocales
hacen ruido
de cristal al romperse.

Aún no sé mirarte en lo invisible.
No he aprendido a leerte sin recuerdos

#DíaMundialdelaPoesía

Hastío

Quizás exista un árbol
que no parezca un árbol,
que sea igual que un pájaro,
que una flor entreabierta
que se sienta árbol solo
cuando quiere estar quieto,
y encamine sus ramas hacia
el desnudo limbo
de las múltiples formas
que aún no han sido creadas.
Quizás ese árbol sea un árbol solamente
cuando así lo pensamos
y él se sienta en su savia
un todo indefinido,
un anhelo risueño o una pluma de ave,
porque solo se adquiere conciencia
en la mirada que nos ve
y solo vive aquello que es nombrado.
Quizás,
si yo me siento una pregunta muda
una rueda que gira
o un cuerpo desligado
del lenguaje,
pueda ser todavía
ese verso imposible,
ese jueves perdido,
ese beso no dado.

MVF©

Todos los lugares

Yo voy a casa,
paso por árboles llenos de otoño,
piso hojas secas al caminar.
No cantan los vencejos, no hay alondras,
el bosque está en silencio pero yo,
yo voy a casa.
Manos de niebla visten abetos,
cierran senderos, humedecen mis pies,
tiran de mi pantalón ramas resecas,
topos horadan los caminos,
ladran sin ganas algunos perros
como si sus gargantas engendrasen aullidos
para amedrentar a los intrusos,
pero yo no soy una intrusa,
aunque mi apariencia sea ambigua
como la de ciertas setas:
ojos con nieve y piel dura de tierra,
manos de aire y pies de raíces viejas,
cualquier animal de bosque puede desconfiar,
de mi aliento emana un lecho verde
y mis brazos son ramas leñosas de vid,
mi vino es agrio y mi garganta espuma
burbujas de cristal,
mi cuerpo es una mezcla de otros cuerpos pero a mí me dan lo mismo los faunos,
los centauros, los animales de dos pies…
Me dan igual, porque ya conozco este bosque, sé que de noche es un desierto de graznidos (cuervos invisibles a los ojos) y de día
todo vuelve a nacer.
Por eso no me importan las mentiras,
las reclamaciones que caen sobre mi cesta, las amanitas, los pájaros carpinteros,
o la ardilla que roe su nuez en un rincón.
Yo voy a casa.
No importa cual sea el camino ni el lugar.
Con mi mochila de miedos avanzo,
en forma de globos de helio por soltar.
Los ruidos de cascadas o las señales de humo a mí me dan igual.
Con la noche y el día entre mis mangas,
trenzo con mis pisadas el camino al andar.
Otros corren detrás de los tranvías,
van a hípica tres veces por semana
hacen sudokus al salir de trabajar.
Yo voy a casa.
No tengo prisa ni hora de llegada,
no tengo que avisar.
Yo camino en el bosque con mis cosas, aunque ninguna de ellas sea yo,
meto mis dedos en el hueco de los árboles
para extraer su savia.
He tirado el reloj.
El sol también va a casa cada día.
Ya somos dos.

Un día de estos

Un día de estos escribiré.
Me sentaré a escribir y soltaré
las letras encogidas,
las que yacen debajo de la cama,
de los tiestos de las plantas del balcón.
Las viejas letras, colgadas de las ristras
de cebollas, esas
que pican en los ojos, puñeteras,
y dejan
su acidez en la piel.
Las vocales redondas y cerradas
que han rodado enredándose
en mis pies,
las tercas consonantes descolgadas
que estorban los armarios,
las esquinas,
y me hacen dar traspiés.
Quizás, algún día de estos,
me atreva con las otras,
con las oscuras letras desterradas,
las dobles,
los porqués,
los solitarios acentos exiliados,
el ese, el este y el aquel.
Me asomarán debajo de la manga,
mientras compro manzanas en el súper,
los verbos descompuestos, las elipsis,
todas aquellas letras
que nunca escribiré
y tirarán de mí pidiéndome salida,
yo las disfrazaré
de siniestras ficciones malheridas
o de comedias negras sin saber
que cuanto más las vista y las camufle
más hablarán de mí.
Un día de estos, sí,
en cualquier momento,
me sentaré a escribir.

Los otros pájaros

Algunos árboles crecen en el cielo.

Arraigan por entre las nubes

y asoman sus largas ramas los días de viento.

En ellos se columpian los pájaros descarriados.

Los que han perdido el norte y el sur,

los que vuelan muy alto en la lluvia

y suben por encima del temporal.

Llegan cansados. A veces sin un ala,

Incluso sin las dos.

Tienen el tiempo justo de asirse a esa rama

que brota desarraigada de la tierra,

anclada únicamente de la intención.

Son los pájaros que no cantan.

Que miran en silencio a otros pájaros descarriados,

viéndolos caminar al revés,

buscarse en todos los espejos,

volando hacia la noche para encontrar el sol.

Son los pájaros que no tienen cobijo

y no siguen a los demás

porque su brújula no conoce límites

 y solo saben anidar en el corazón.

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Serigrafía

Palpebras pechadas. Aguias facendo círculos.

Vexo un ceo aloumiñado por ollos negros e azuis.

Palpebras abertas. Chora un bebé no camiño

entre as saias da súa nai adormece rapidiño.

Bamboleo. Pasan trenes,

igual que pasan as vidas.

Teño un axouxere sempre na ventá

para que entren contentos os bos espíritos.

Din que este inverno veu seco

máis a miña casa garda no seu ventre

unha lagoa de augas rotas e profundas.

O albor do sono desperta

crece unha planta fermosa

mentres as verbas se ocultan.

Ilustración: Minjae Lee

https://www.oldskull.net/ilustracion/minjae-lee/

Inmersión

Los azules de los cielos bajo el agua se ven turbios:

peces que se tragan peces.

Las escamas de mis dedos se despegan de tu piel,

buceo entre lodo y te pierdo.

Sigo tu rastro en el fondo,

añorando, presintiendo

las ondas que anuncian tus branquias.

Estoy aquí, junto a ti,

Mis pulmones son dos puertas.

Tritón tiene su martillo

y yo tengo mis maneras.

Nunca fui iceberg ni quise tampoco ser

sirena entre la marea

solo soy un alma errante que navega sin timón,

no tengo barca ni velas.

Pero desciendo

contigo

tan solo tienes que abrir los ojos

si quieres verme.

Quiero escribirte versos eternos en tu oído

Quiero escribirte versos que suavicen tus noches,

esos versos balsámicos que te abriguen del frío,

que te recuerden siempre que yo estoy a tu lado,

que es imposible irse cuando ambos somos uno.

Quiero escribirte versos que alimenten tu cuerpo,

las estrofas serenas que den vida a tu espíritu,

aliento de alhelíes que se abren al viento,

siseo de alas blancas, elevándose a un ritmo.

Quiero escribir tu nombre en cada planta nueva,

cada arroyo que nace, cada trino de pájaro

que resuena elevando la leve

consciencia de este valle, largo tiempo dormido.

Quiero escribir los versos que eclosionen el vientre

y hagan nacer de nuevo un inocente mundo,

donde tus ojos son mar y faro del barco que navega mis aguas

dando rumbo a la vida.

 

 

 

 

Mitades

A veces una vida
es la hoja de un árbol.
Menos que el haz de luz
que se cuela a la tarde
por entre las persianas,
el eco de ese grito
que se prendió en tus manos,
como aquel beso dulce
una tarde de música
que, a poco que te esfuerces,
sientes sobre los labios,
porque una vida nunca
es una sola vida
ni una hoja es jamás
el conjunto de un árbol
¿Quién no es raíz del suelo
que sujeta su cuerpo?
¿Quién se basta en la noche
sin alargar la mano?
A veces una vida cabe
en un solo gesto:
un trozo de una nube,
un suspiro profundo,
un grifo que se cierra,
un dolor insondable.

mvf