Escucha,
la vida corre calle abajo,
late en el silencio de la noche
y se estira en las ramas de los árboles.
Su matriz tiene el don de lo fugaz
en la eterna cadencia que nos roza
tus ojos son los lagos de mañana.
Y es el hoy
ese reloj de arena que desgrana
las horas fugitivas
el que juega a fingir que nos separa.
Invertidos reflejos de otros mundos
nos anclan a la tierra que pisamos.
Y no importa
que este tiempo de hoy nos desdibuje
porque somos los ecos de mañana.
Estamos, estuvimos y estaremos
porque nada sucede y todo pasa.