Cortesía

No dejes que me vean cuando yo no me vea. Cuando tenga la ropa descompuesta o la boca torcida. Si estás aquí y aún eres algo mío (un hijo o un bastón para mi cuerpo en quiebra); si preguntan por mí diles que estoy dormida, que la luz me molesta, que el ruido me fatiga. Distráeles, dales las gracias y una flor por las molestias, vino o zumo, lo que quieras, pero no consientas que adviertan como pierdo la vista y confundo sus rostros, como sus voces me son desconocidas. Dales, eso sí, las gracias a todos. Invítales a una copa en mi nombre. Diles que agradezco en el alma su visita.

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