El juego del mariscal

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Hacienda de la Gorvorana (Realejo Alto, Tenerife 1757)

Ha logrado burlar la vigilancia de todos y entrar a pleno día en el despacho de papá. Sabe del escondite secreto de los soldados y no tiene miedo a caerse de la silla con tal de llegar a su objetivo. Una vez se hace con el botín, se sienta a la mesa y despliega toda la artillería, en la que no faltan bergantines de guerra con sus cañones. Agrupa a los soldados según el color de su uniforme y saca del bolsillo de su pantalón un pañuelo, que extiende  para simular un ancho mar que separa ambos bandos.

Tan entretenido está el niño en surcar los mares a través del fuego enemigo, en sobrevivir a emboscadas y salir victorioso en su estrategia, que no oye el ruido de pasos acercándose ni se da cuenta de que han abierto la puerta.

Su padre, Matías de Gálvez y Gallardo, Virrey de la Nueva España, cambia en un instante el rictus de contrariedad de su rostro, al ver invadido de esta forma su despacho, por un gesto de complacencia  al fijarse en la concentración del hijo que juega, voluntarioso y con brío, a ser militar. El Virrey padre, carraspea y ante la súbita sorpresa infantil, pregunta con voz firme:

―¿Qué estás haciendo, Bernardo?

―La guerra, padre, la guerra ―contesta el niño.

―Ah, sí ¿Y cómo va la empresa?

―Muy bien, mira:

¡Yo solo, como un valiente, cruzo el fuego en mi bergantín y logro la victoria!

 

MVF©

Relato que quedó finalista en el concurso de Zenda libros organizado bajo el tema:

«Papel de España en la guerra de la independencia de  los Estados Unidos».

#bajodosbanderas

Fuente de la imagen: todoababor.es

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